11 de noviembre de 2008

Diagnóstico

Le habían prescripto una tomografía. Inmovilizado por cuatro cintas a una plataforma rodante, sintió que se introducía inexorablemente en el enorme cilindro de acero. Un corazón omnímodo lo engolfó. Quiso soltarse, pero no pudo. A oscuras, el aire no le alcanzó en medio de ese latido gigantesco que con cada pulsión borraba los triunfos, las derrotas, los recuerdos.
Concentró todas sus fuerzas en gritar.
Cuando el técnico que estaba al frente de los comandos oyó el grito, suspendió el proceso e hizo que la plataforma emergiera del tomógrafo.
Sobre ella, un bebé desnudo lloraba furioso y su cordón umbilical se perdía en la oscuridad del tubo de acero.

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