Mientras trabajó como contador, tenía sueños maravillosos. Los recordaba al despertar, y durante el día -al pensar en ellos- se equivocaba con los números. En esa época usó grandes cantidades de corrector líquido.
Cierta vez la empresa prescindió de sus servicios. Siguió teniendo sueños maravillosos, pero como el contador y el corrector líquido se le habían metido adentro, a medida que despertaba cada mañana, los sueños se le iban borrando y sólo sabía que habían estado allí por el espacio blanco que dejaban en su memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario