8 de mayo de 2012

Estados


Un clérigo bendijo sus alianzas: ella se comprometió a no violar sus límites, él juró no invadirla.

e-Nanos
Macedonia Ediciones, Morón, agosto de 2010

Palabra empeñada

La verdad es que ahora, después de tantos años, estaba un poco harta de rasquetear los lamparones de vela que le arruinaban el piso y de limpiar recipientes con flores marchitas y de ventilar la habitación. Sus amigas siempre se las traían, además de sus confidencias y el sahumerio. 
Nunca hubiera imaginado, allá en su lejana juventud, que su inocente comentario le acarrearía estas consecuencias cuando le había asegurado a cada una de sus conocidas: "habla tranquila, soy una tumba".
e-Nanos
Macedonia Ediciones, Morón, agosto de 2010