Un viento fortísimo bajaba desde las montañas.
La caña, con un crujido, se inclinó hasta tocar el suelo. El joven quebracho no pudo doblarse y el vendaval lo volteó.
Cuando pasó la tormenta y la caña vio al quebracho tirado en el suelo, le dijo:
- Esto te pasa por orgulloso. Yo, en cambio, me doblegué ante el destino y ahora puedo seguir viva.
Pero vino un paisano e hizo del quebracho una cuna para su hijito. También cortó la caña para poder pescar.
- ¡Cuán soberbia fui! -lloraba la caña cuando el hombre la apoyó en un rincón de la galería desde donde podía ver la cuna-. Yo siento los temblores de la muerte y el quebracho caído puede abrazar la vida.
Cuando pasó la tormenta y la caña vio al quebracho tirado en el suelo, le dijo:
- Esto te pasa por orgulloso. Yo, en cambio, me doblegué ante el destino y ahora puedo seguir viva.
Pero vino un paisano e hizo del quebracho una cuna para su hijito. También cortó la caña para poder pescar.
- ¡Cuán soberbia fui! -lloraba la caña cuando el hombre la apoyó en un rincón de la galería desde donde podía ver la cuna-. Yo siento los temblores de la muerte y el quebracho caído puede abrazar la vida.
e-Nanos
Macedonia Ediciones, Morón, agosto de 2010
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