En aquel lejano tiempo, este rey y su reina se amaban intensamente. Pero un soldado de la guardia personal de la soberana también estaba enamorado de ella, aunque la suya era una situación irremediable por la diferencia de rango y de sentimientos. Así es que se valió de la astucia y una noche, cuando ya todos descansaban, vistió la capa del rey y entró en la cámara de su señora. Satisfecho su propósito, después de un rato se retiró. Pero dio la casualidad que el monarca tuvo idéntico impulso esa misma madrugada. Cuando entró en el aposento de su consorte, ella preguntó: “¿Otra vez, mi señor?”. El rey sospechó lo que había ocurrido, pero guardó silencio.
A la mañana siguiente convocó a toda la guardia y sólo dijo estas palabras:
- El que lo hizo, que no lo vuelva a hacer.
2 comentarios:
A pesar de todo el rey le dio una nueva oportunidad, para seguir haciéndolo digo...jeje
Un saludo indio
Habría que preguntarle a la reina.
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