Al pasar junto a la huerta de su compadre, topóse con el perro guardián. Éste comenzó a ladrar mientras pensaba:
- Lo ahuyentaré con mis ladridos y protegeré la paz de mi señor.
El hombre prosiguió su camino y montó el asno que lo esperaba atado a un árbol.
- Bien -dijo el perro, satisfecho -. Ahora mi amo me premiará pues espanté al intruso con mi valor.
Revista Proa Nº 4, enero de 2004
Fundación Internacional Jorge Luis Borges
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