Apenas había salido de la adolescencia cuando la casaron con un hombre a quien no amaba. Él era mayor, responsable, concreto. Agar pensó que era lo peor que le podía haber ocurrido a sus sueños. Luego comenzaron las náuseas por la mañana. Entonces aprendió que la desdicha es una infinita sucesión de escalones descendentes.