30 de marzo de 2012

El quebracho y la caña

Un viento fortísimo bajaba desde las montañas.
La caña, con un crujido, se inclinó hasta tocar el suelo. El joven quebracho no pudo doblarse y el vendaval lo volteó.
Cuando pasó la tormenta y la caña vio al quebracho tirado en el suelo, le dijo:
- Esto te pasa por orgulloso. Yo, en cambio, me doblegué ante el destino y ahora puedo seguir viva.
Pero vino un paisano e hizo del quebracho una cuna para su hijito. También cortó la caña para poder pescar.
- ¡Cuán soberbia fui! -lloraba la caña cuando el hombre la apoyó en un rincón de la galería desde donde podía ver la cuna-. Yo siento los temblores de la muerte y el quebracho caído puede abrazar la vida.

e-Nanos

Macedonia Ediciones, Morón, agosto de 2010

2 de marzo de 2012

Como el Diego

Venga, doña, ayudemé a correr la bolsa de la harina porque el Braian se me fue al potrero, a entrenar, y sola no puedo. Aunque por ser el último, me salió tan flacucho ... Estoy segura que él nos saca de aquí. Usté sabe, a él siempre le gustó la redonda. No se ría, así se dice ahora; además, ni usté ni yo entendemos nada de todo esto. Lo viera en el potrero cómo mete la pelota entre los pies de los otros y se la escabulle. Yo lo miré una sola vez y de lejos, hace bastante, porque el Kiri me dijo que me fuera. Pero eso es cuando practican nomás. Cuando juegan contra los otros barrios, va de arquero, como el Pato Abonnosecuánto. Corrasé que ahí pongo la palangana para que levante la masa del pan. No, no le metí chicharrón porque ayer, por entrenar, el Braian no llegó a tiempo a la carnicería y ya habían vendido toda la grasa de chancho. Ahora está con los que mandan en el equipo. Ellos me lo vinieron a buscar hace